Asociación Navegantes

Mostrando artículos por etiqueta: Cuba

Jueves, 23 Diciembre 2021 09:58

El Centro Asturiano de La Habana

 

Esta es la situación en Asturias allá por 1885 y éste el sentir de los miles de asturianos emigrados en Cuba.

"Despedíase el año 1885 dejando en Asturias estela de desventuras. Asturias  sufría los rigores de espantosa miseria con sus cosechas agrícolas arrasadas por tempestades de nieve y granizo, con sus ganados famélicos, exhaustos, y sin reservas en los graneros, ofreciendo desolador conjunto de pobreza. Aquellos infelices labrantines clamaban auxilio de los poderes públicos y de la caridad particular, socorro para impedir la muerte por hambre de sus animales de labranza; socorro a fin de no perecer ellos, asimismo, de inanición sobre la tierra un tiempo fecunda y entonces  transformada en páramo inhóspito y cruel. Al rigor del temporal, alud que apenas dejara en pié nada de valor, siguieran alarmantes brotes epidémicos, tifus y viruela… Así comienza el Libro del Centro Asturiano de la Habana 1886-1927 editado en 1928.

Y sigue: todo se conjuraba, pues, para que fuese espantosa la situación … Los asturianos residentes en la Habana, no quisieron mostrarse indiferentes ni retraídos. Las noticias de lo que allá pasaba herían lo íntimo de sus entrañas… Y surgieron presto Juntas de socorros. Y estas Juntas amén de ir de puerta en puerta impetrando dádivas, pusieron sus miradas en la "Sociedad Asturiana de Beneficencia", constituida en Agosto de 1877 … ¿A quién recurrir con más probabilidad de éxito? Empero, no sucedió así. El desencanto entre gran parte de la colonia fué enorme. No se esperaba semejante negativa. 

Estallara, pues, el cisma, la discrepancia fundamental que había de traer la creación del Centro Asturiano de La Habana. 

Un semanario, "El Heraldo de Asturias", del que eran director D. Lucio Suárez Solís y administrador don Manuel Fernández Santa Eulalia, ambos avilesinos, sintetizó estas ansias en artículo titulado "La Solución"—21 de Marzo de 1886—trabajo leidísimo y comentado de muy diversos modos por censurarse en él franca y rotundamente a la Beneficencia y decirse ya, de manera resuelta: "visto que, sea por defectos en su organización, por negligencia en sus directores o por otra causa cualquiera esa sociedad no responde como debiera a las necesidades de la provincia y de la colonia, creemos que la fundación del Centro Asturiano se impone de una manera fatal e inevitable. A grandes males, grandes remedios".

Por fin, el 2 de mayo, cincuenta asturianos se reúnen y asientan las bases del futuro Centro Asturiano. En los siguientes días se aprueba el reglamento de la Asociación y el 24 de junio se celebran las primeras elecciones para Junta Directiva, siendo elegido el Excmo. Señor D. Diego González del Valle presidente del flamante Centro Asturiano de La Habana

Fomentar y estrechar lazos de unión y vínculos de compañerismo entre los naturales de la provincia de Asturia y sus descendientes (…) proporcionar a los asociados asistencia en sus enfermedades; instrucción y lícito recreo (…) . Con ese sentido el Centro Asturiano adquirió en 1895 una gran casa-quinta en el conocido barrio de El Cerro de La Habana, para instalar una clínica de salud, que fue bautizada con el nombre de Covadonga. La quinta Covadonga, que hoy lleva el nombre de Hospital Salvador Allende, fue uno de los más grandes empeños y logros de la recien creada asociación .

En el palacio del Marqués de la Vega de Anzo, antiguo casino español en La Habana, se instalaron los Asturianos el 8 de diciembre de 1892. Unido al cuerpo del edificio se encontraban el Teatro Albisu que los asturianos transformarán en el teatro Campoamor.  

 El destino hizo que el 24 de octubre de 1918 un voraz incendio destruyera totalmente el edificio y la desaparición del teatro en el proyecto de construcción de la nueva sede.

«El Teatro de Campoamor, meses ha señorial y gallardo, ha sido derribado por implacable piqueta. 4.100 pesos es lo que produjo en subasta cuanto en él se contaba de aprovechable: sillería, lámparas, telones, puertas…, bien poco, en verdad. Sic transit gloria mundi est… Las glorias de este mundo no son (ay!) perdurables… De aquel magnífico coliseo, por cuya escena desfilaron los más eminentes artistas y en cuya sala se daba cita lo más granado de la sociedad habanera, no queda nada. Sólo su recuerdo persistirá durante algún tiempo. Luego, más tarde, en el devanar de los años, ni eso. Si acaso, alguna referencia en los periódicos hablando de la ciudad antigua» (Libro del Centro Asturiano de La Habana 1886-1927)

Este desastre no amilanó a los asturianos, nada más lejos. Los miembros de la sociedad asturiana, publicaron comunicados cargados de optimismo, donde abogaban por la construcción de una nueva sede.  (…) Los socios del Centro Asturiano, henchidos de fogoso patriotismo nacional, férrea voluntad regional, saturados al mismo tiempo de procedimientos e ideas modernas, quieren un palacio digno de glorificar a su tierra extranjera y de embellecer el país en que amorosamente convivimos. (…) desmentiríamos nuestra estirpe si en esta hora solemne de la historia social no levantáramos un monumento que, hablando a las futuras generaciones, muestre el esfuerzo y la legendaria acometividad de los asturianos en Cuba ( CIMA, E., RODRÍGUEZ, L. R., RODRÍGUEZ, J., FERNÁNDEZ, N. y PRUNEDA, I., “Para construir el Palacio de Asturias”, La emigración española (Madrid, 1918) - n.24 )

El resultado fue la construcción de un centro a lo grande, uno de los más bellos e impresionantes palacios que aún se conservan en La Habana y que es en la actualidad el Museo Nacional de Bellas Artes.


Gran vitral del Centro Asturiano de La Habana

 Gran vitral del Centro Asturiano de La Habana (Cuba)

 

 

 

 

Publicado en Diario
Miércoles, 11 Noviembre 2020 11:54

Triscornia

 ¡La Perla de las Antillas!  Puertos de Gijón, Santander, Bilbao, La Coruña o Vigo, barcos llenos de emigrantes atracados en sus muelles. Antes de partir tuvieron que realizar numerosos trámites y recorrer el camino desde sus casas a los puertos que miraban al Atlántico. ¡Sueños! 

Para aquellos que llegaban con billete de tercera clase arribar al puerto habanero implicaba una dura realidad: control de pasajeros, inspección de equipajes, expedición de documentos y, desde el año 1900, la Estación de emigrantes de Triscornia, un campo de internamiento en las afueras de La Habana establecido por las autoridades estadounidenses que gobernaban en la isla tras la guerra de 1898. Su función era similar a la famosa isla de Ellis de Nueva York ya que, además de servir como lugar de cuarentena, el campo era utilizado como filtro de entrada de emigrantes.

El centro de Triscornia se encontraba en la cima de una loma, muy cerca del antiguo baluarte de San Diego, una fortificación colonial de la que sólo quedan en la actualidad sus ruinas.

¡Ay si no tenías a alguien esperándote!

“La autoridades cubanas dispusieron nuestro internamiento en el campo de concentración de Triscornia. [...] Seis días permanecí en Triscornia, seis días que fueron un verdadero suplicio, tanto por las condiciones infrahumanas a las que estábamos sometidos [...] como por la preocupación e incertidumbre que para mí suponía aquella situación.

Y por si fuera poco, un altavoz instalado en el campo anunciaba sin cesar con pequeños intervalos de tiempo:

  • El que no tenga entidad o persona solvente en la Habana que responda por él, será deportado sin demora a su país de origen.”

 (Memorias de un emigrante, Eloy Vejo, 1976 pag 59)

La tristemente célebre Estación de Detención de Triscornia fue el primer hogar para aquellos que no tenían familiares esperándoles, no traían contrato de trabajo o el dinero necesario para mantenerse hasta encontrarlo.  Allí permanecían hasta que alguien los requería para trabajar o alguna asociación de emigrantes hacía los trámites para reclamarlos.

La versión oficial decía que Triscornia tenía las mejores condiciones para alojar a los emigrantes. Se les proveía de ropa, cama, comida y atención médica. Pero este microcósmos de Triscornia  se alejaba mucho de esa visión idílica pues las condiciones de vida eran muy duras y habituales los abusos y malos tratos. Esta situación provocó una ola de solidaridad entre las Las asociaciones de españoles en Cuba que denunciaban frecuentemente este estado de cosas y se organizaban para socorrer en lo posible a sus paisanos de Triscornia

Triscornia fundada en 1900 por la autoridades norteamericanas en Cuba funcionó hasta 1959

 

Imagen de portada: Archivo Biblioteca Universidad de Cantabria-Fondo Pérez y Cía

Diario de Navegantes - Corresponsalía en el puerto de Santander 

Publicado en Diario
Etiquetado como
Sábado, 25 Julio 2020 07:30

A Cuba me voy

Fecha: septiembre de 1863 

Barco: Bergantín Habana - Pasaje a La Habana 

“Esta madrugada parte del puerto de Ribadesella el bergantín. Va a Cuba con carga y pasaje que en su mayoría se compone de jóvenes de la zona, riosellanos y llaniscos, campesinos de escasos recursos económicos. Si los vientos son favorables El Habana hará el viaje en 23 días, con tormentas y vientos contrarios la travesía podría durar incluso más de 50 días ¡y qué días!

 En la lista de pasajeros aparecen estos nombres: Ladislao Ibáñez, Valentín Fernández, José Tames, Genaro Bustillo, Juana Rozas de Roiz y sus cinco hijos, Juan de Cué, Francisco Llaca y Juan Noriega. Todos son de pueblos y aldeas de Llanes.

 Van subiendo a la cubierta del bergantín que se mece sobre las olas. En las noches de travesía se contarán historias que han oído mil veces en las tabernas del puerto y en cartas que trae El Habana, en su viaje de regreso, de los parientes y amigos que marcharon antes que ellos.

  La gente se arremolina en el puerto para despedirlos y se escucha entre el rumor del bullicio la letra de una habanera:

“Me voy a Cuba / dejo mi aldea /en el 'Habana' / voy a partir. / Saldré temprano / con la marea / de madrugada / en el bergantín.

Antes de irme / ya siento pena / de estar mañana / lejos de aquí. / Toda la noche / Ribadesella / quiero pasarla / pensando en ti…”

(Autor de la Habanera Toni Silva-coro La Fuentina de Ribadesella)

Publicado en Diario