Asociación Navegantes

Rosendo Aja. De Cantabria a Estados Unidos

Categoría: Diario Publicado: Martes, 15 Septiembre 2020 Escrito por Tatús Gil

Nunca, ni en sus mejores sueños, Rosendo pudo imaginar que gracias a la valiente decisión que tomó de emigrar a América, iba a influir tanto en la vida de sus hijos, nietos y bisnietos.

Fundador de una extensa familia, junto con su esposa Clara Cerro, Rosendo tiene en la actualidad cerca de 400 descendientes entre México y España. Este es un acercamiento a su pequeña gran historia. 

Nace en un pequeño pueblo de Trasmiera  (Cantabria, España) llamado Riaño donde pasa la infancia junto a sus cuatro hermanos. Una vida sencilla y austera de pueblo y de campo.

Conoció en alguna feria o romería de la zona, donde los mozos y mozas de pueblos cercanos podían hablar y verse por primera vez, a Clara, su futura esposa. Fueron años difíciles aquellos pero eran jóvenes y querían formar una familia así que podemos imaginar las dudas, las charlas, las noches en vela previas a toda encrucijada.  Rosendo no ve otro camino que emigrar a América, mejorar económicamente, hacer un dinero ¡ay si fuera una fortuna! para casarse y dar a su familia una vida mejor

 Y así, a los 23 años, este chaval de Cantabria, cantero de profesión, se embarca en El Indiana nada menos que en Liverpool (Inglaterra) rumbo a Philadelphia. Llega a esta ciudad americana un 18 de abril de 1897. Allí le esperaba su primo carnal Manuel Monte.

Sabemos con seguridad que estuvo en las minas de cobre de Douglas (Arizona), un trabajo duro que le permite ahorrar dinero para mandar a casa, las famosas remesas que tanto ayudaron a los que se quedaron en su tierra natal. 

No tarda en regresar y en ese momento se casa con Clara pero aún no se queda en su tierra si no que regresa a Estados Unidos. 

Durante años Rosendo va y viene a su casa en el Barrio de Arriba en Riotuerto (Cantabria) y en cada viaje la familia aumenta.  Realizó 6 viajes a lo largo de su vida y tuvo otros tantos hijos, seis en total.

Como muchas veces sucede, la guerra se atraviesa en la vida y en esta historia que contamos fue la de 1914 que trajo cambios, entre ellos la baja rentabilidad de las explotaciones mineras y por lo tanto escasez de  trabajo. El hijo mayor de Rosendo, Juan de 18 años, ya está trabajando con él en la mina y es entonces cuando su padre toma otra decisión importante pues decide solicitar ayuda para el hijo a su cuñado José Cerro asentado ya en México capital. José tiene un molino de harina de maíz (nixtamal) y Rosendo le pide que  tutele y guíe a su hijo en este nuevo país que surge tras la Revolución.

En mil novecientos veintiuno Rosendo va a México para encontrarse con su hijo y ver qué tal le van las cosas en el molino. Le da entonces un sabio consejo que marcará su vida: “vuelve al pueblo a casarte con una mujer buena y trabajadora”. Juan le hace caso ¡cómo no!  y al poco regresa con su mujer Agustina, a la que enseña cómo llevar el negocio.

Rosendo siempre pensó en volver a España, cerca de su familia y pasar sus últimos años en la tierruca que lo vio nacer. Murió joven en 1930, a los 54 años,  en Riotuerto. Allí descansan sus restos.

(Ignacio Ortíz Aja, biznieto de Rosendo)

 

A Cuba me voy

Categoría: Diario Publicado: Sábado, 25 Julio 2020 Escrito por Tatús Gil

Fecha: septiembre de 1863 

Barco: Bergantín Habana - Pasaje a La Habana 

“Esta madrugada parte del puerto de Ribadesella el bergantín. Va a Cuba con carga y pasaje que en su mayoría se compone de jóvenes de la zona, riosellanos y llaniscos, campesinos de escasos recursos económicos. Si los vientos son favorables El Habana hará el viaje en 23 días, con tormentas y vientos contrarios la travesía podría durar incluso más de 50 días ¡y qué días!

 En la lista de pasajeros aparecen estos nombres: Ladislao Ibáñez, Valentín Fernández, José Tames, Genaro Bustillo, Juana Rozas de Roiz y sus cinco hijos, Juan de Cué, Francisco Llaca y Juan Noriega. Todos son de pueblos y aldeas de Llanes.

 Van subiendo a la cubierta del bergantín que se mece sobre las olas. En las noches de travesía se contarán historias que han oído mil veces en las tabernas del puerto y en cartas que trae El Habana, en su viaje de regreso, de los parientes y amigos que marcharon antes que ellos.

  La gente se arremolina en el puerto para despedirlos y se escucha entre el rumor del bullicio la letra de una habanera:

“Me voy a Cuba / dejo mi aldea /en el 'Habana' / voy a partir. / Saldré temprano / con la marea / de madrugada / en el bergantín.

Antes de irme / ya siento pena / de estar mañana / lejos de aquí. / Toda la noche / Ribadesella / quiero pasarla / pensando en ti…”

(Autor de la Habanera Toni Silva-coro La Fuentina de Ribadesella)

 

Billete de tercera clase

Categoría: Diario Publicado: Jueves, 23 Julio 2020 Escrito por Tatús Gil
La mayoría vuelve a su tierra con billete de tercera clase, como a la ida. Después de duro trabajo e innumerables sacrificios regresan con unos pequeños ahorros.
El retorno significaba el triunfo de toda la familia y se festejaba por todo lo alto.
Pero fueron muchos los que, habiendo fracasado, se quedaron en tierras americanas para siempre. El fracaso no sólo le avergonzaba a él, afectaba a toda su familia. No se regresaba así y si se hacía no se contaba.
 

Dos memorias, dos patrias

Categoría: Diario Publicado: Viernes, 24 Julio 2020 Escrito por Tatús Gil

"...Ellos se habían marchado de sus aldeas, exiliados como yo, aunque los hubiera corrido la economía y no la policía, y al cabo de muchos años estaban de vuelta en su tierra de origen, y nunca habían olvidado nada. Ni al irse, ni al estar, ni al volver: nunca habían olvidado nada. Y ahora tenían dos memorias y tenían dos patrias."
Eduardo Galeano, El libro de los abrazos. Montevideo, Uruguay (1940 – 2015)

 

Los números de la emigración

Categoría: Diario Publicado: Viernes, 17 Julio 2020 Escrito por Tatús Gil
La esperanza les dio ánimos para aventurarse y cruzar el océano. Muchos no volvieron; la muerte o los azares de la vida les retuvieron para siempre en el país lejano.
 

Entre tres millones y medio y cinco millones de españoles, en su mayoría “varones jóvenes solteros”, braceros o jornaleros, embarcaron para ultramar desde 1882, año en que comienzan a tomarse datos estadísticos, hasta 1930 (sin contar la emigración clandestina…)

Esta emigración masiva fue facilitada por los avances en el arte de la navegación: el vapor que reemplazó a la vela. Los barcos trasatlánticos y los puertos desde los que partían fueron protagonistas de este fenómeno social, “sujeto a leyes superiores a la voluntad de los Gobiernos” según el Sr. Benot del Instituto Geográfico y Estadístico en su informe de 1891.

Fuente: www.mitramiss.gob.es/