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En la isla de Manhattan, junto al puente Brooklyn, se encuentra Little Spain el barrio de los emigrantes españoles que se asentaron en Nueva York. Aquí, en este territorio, sitúa María Dueñas su novela  Las hijas del Capitán

Noticia sobre Little Spain - informativos de TVE

De la mano de esta novela queremos recordar y hacer un pequeño homenaje a las mujeres en la emigración española a América. Un  reconocimiento a todas aquellas que marcharon con sus familias o solas y que tuvieron que enfrentar un mundo distinto al suyo.  Trabajaron, la mayoría, en el servicio doméstico, como costureras, en fábricas, en el campo y en comercios. Incluso las que se quedaban en casa ingresaban un poco de dinero trabajando para afuera, lavando o planchando ropa. 

Muchas fueron vilmente explotadas por parientes, conocidos o intermediarios de inmigrantes en negocios turbulentos y oscuros.

No dejaron grandes nombres para la historia pero fueron imprescindibles. Su trabajo en segundo plano, fue fundamental. Tuvieron que hacer de todo e hicieron todo lo que pudieron.

No sólo ellas, recordamos en estas líneas a aquellas que se quedaron en su tierra, su pueblo, su casa, ejerciendo como responsables de la educación de los hijos y del sustento diario. Ellas fueron, también, mujeres de la emigración. Mujeres que fueron madres de muchachos emigrantes, esposas de maridos que andaban por allá, hermanas, abuelas, novias. Todas esperando una carta, noticias, alguna remesa que aliviara la economía. 

Pero regresemos a Las hijas del capitán.

 


Es la historia de una familia. Una familia que, como tantas otras, se vio obligada a cruzar un océano para llegar una urbe deslumbrante, New York  y luchar con arrojo para encontrar su camino. Es un tributo a las mujeres que resisten cuando los vientos soplan en contra y un homenaje a todos aquellos valientes que vivieron - y viven - la aventura, a menudo épica y casi siempre incierta, de la emigración.

"Estamos en Nueva York, año 1936. La pequeña casa de comidas El Capitán arranca su andadura en la calle Catorce, uno de los enclaves de la colonia española en la ciudad. La muerte accidental de su dueño, el tarambana Emilio Arenas, obliga a sus indomables hijas veinteañeras a tomar las riendas del negocio mientras en los tribunales se resuelve el cobro de una prometedora indemnización. Abatidas y acosadas por la urgente necesidad de sobrevivir, Victoria, Mona y Luz Arenas se abrirán paso entre rascacielos, compatriotas, adversidades y amores, decididas a convertir un sueño en realidad."  (contraportada del libro)

 “…en ese entorno encontró su enésimo empleo Emilio Arenas en la primavera de 1935: en La Valenciana, el negocio en la esquina de Cherry con Catherine que se anunciaba como hotel aunque en realidad se tratara de algo infinitamente más elástico y operativo. Multitud de inmigrantes españoles habían desembarcado en Nueva York con tan sólo esa referencia retenida en la memoria o apuntada con mano torpe sobre un trozo de papel: La Valenciana, 45 Cherry Street…el propietario de la casa actuaba además como intérprete, intermediaba en la compra de pasajes de barco o giraba dinero a través del océano. Y para beneficio colectivo, en un panel colgado de la pared a diario se pinchaban con chinchetas las ofertas de empleo de la zona, y en una gran caja vacía de puros habanos, a la manera de una humilde y espontánea estafeta de correos, se guardaba la correspondencia procedente de la Península para que los hombres de vida itinerante, sin ataduras ni domicilio fijo, acudieran a recogerla de tanto en tanto a fin de saber de los suyos al otro lado del mar…” 

 (extracto de Las hijas del capitán)

 

Publicado en Diario